27 de febrero de 2012

Bon hiver

Estoy escuchando a Bon Iver. Voz penetrante, aguda, triste, me pareció la primera vez que lo escuché. 

Me desconcertó. Me acercó su melancolía hermanada con mi querido Neil Young.

Su voz herida se expande como un eco. Constante. Cortante. Quizás no sea lo mejor para escuchar estos días, pero si la dejas entrar, se queda, impregna las tardes de este invierno, que ha decidido hacer honor a su nombre.   

Bon Iver es Justin Vernon. Bon Iver, es un grupo de éxito, premiado su segundo disco en los pasados Grammys como mejor álbum de música alternativa y como mejor nuevo artista. Holocene, una de sus canciones más bellas. Más cristalinas.

Pero parece que Vernon no gusta de estos oficios sociales. Se autoexilió al norte de Wisconsin a una cabaña, durante tres meses, para recuperarse de una enfermedad física y de los arañazos espirituales, fruto de la ruptura con su grupo anterior y con su chica.

Se autoprodujo su primer álbum, For Emma, forever ago, grabándolo en su mayor parte durante esta estancia, sin más andamio que sus propios recursos.

Se aisló, quería estar donde hiciera frío,
lejos de todos,
pero se encontró que no podía alejarse de si mismo,
y la música fluyó y cristalizó.

Mientras Vernon estaba convaleciente en la cama, recuperándose y ensoñando notas y melodías, se dejo  acompañar por los excéntricos y maravillosos personajes de  la serie Doctor en Alaska. Y es de ahí  de donde viene el nombre que decidió  poner a su nuevo proyecto. 

Bon Hiver, se desean en Cicely tras las primeras nevadas, en uno de los capítulos. 

Buen invierno a tod@s.

 




20 de febrero de 2012

PREMIOS GOYA 2012

Nominadas Goya Mejor Película
El pasado domingo tuvo lugar la ceremonia de la XXVI edición de los Premios Goya,  para algunos  un motivo de reunión, para otros una gala más, llena de pompa, boato y alfombras rojas con brillantina. Sin embargo estaremos de acuerdo en que entregar premios al cine, consigue promoción y hace que algunas de las películas presentadas salten de las salas de consumo minoritario al gran público, consiguiendo que más gente se interese por nuestro cine.

Por lo demás, la gala como todas las galas, desfile de bellos/as talentos/as con sus mejores atuendos, deslumbrando en las butacas y en el escenario un premio detrás de otro entre parodias, bailes e intervenciones más o menos acertadas de distintos invitados.

Este año, en primera fila, imponían con su presencia Antonio Banderas y su mujer Melanie Griffith, vestida por Condemor, con cara de póquer y sonrisa de mueca durante todo el evento pues no entendía nada de los que decía la gente allí congregada. Parece que tantos veranos en Málaga no han servido para que la Bandera aprenda el castellano. A su lado, Pedro Almodóvar parapetado tras unas gafas de sol, mal gesto.  Parece que la reconciliación con la academia no le ha quitado el miedo a no recibir los premios que espera por sus obras.

Encima del escenario en calidad de actriz  protagonista, la chispa de la noche,  Eva Hache, que se movió como pez en el agua al estilo del club de la comedia y nos hizo reír a todos con su desparpajo habitual. También brillante la intervención sarcástica y punzante de Santiago Segura que nos regaló el mejor momento de la gala cuando reprochaba al aire que sus Torrentes no tengan nunca reconocimiento.  Y cómo no, la crisis también contagió los monólogos de la presentadora y el obligado discurso del presidente de la academia González Macho, tan soporífero que bien merecía una siesta. 

Lo peor: El momento Broadway a la toledana del inicio. Con bailarinas floreadas y bailarines repeinados, Victoria Abril incluida. Bastante casposo, pero nada comparable al rap del Langui que se marcaron después,  menos mal que entre los hip-hoperos estaba el gran Juan Diego, tuneado a lo farruquito, porque si no hubiera sido el mejor  momento para hacer pausa e  ir al servicio, al menos te evitas el espectáculo.

Juan Diego cantando el rap del Langui
   
En cuanto a los premiados, os dejamos un enlace para que podáis consultar todos los detalles:


Las cuatro nominadas a mejor película se lo merecían,  pero la batalla entre bambalinas la disputaban La piel que habito de Pedro Almodóvar y  No habrá paz para los malvados de Enrique Urbizu. Finalmente la balanza se decantó por esta última, consiguiendo 6 Goyas, entre ellos, a la mejor película, mejor director y mejor actor protagonista. La piel que habito se fue a casa con 4 Goyas igual que Blackthorn. Sin destino.

José Coronado como Santos Trinidad.

El mejor actor protagonista fue José Coronado que encarna magistralmente el papel de Santos Trinidad, un inspector de policía truculento y pendenciero, en No habrá paz para los malvados.  El de mejor actriz protagonista no se lo arrebataron a Elena Anaya por su soberbia interpretación en  La piel que habito.  Ambos actores hicieron un discurso emocionado al recoger el premio, Coronado feliz por tener un Goya después de 25 años de profesión y Anaya que demostró un temple de admiración.

Elena Anaya. Goya mejor actriz protagonista.

  
También hubo lugar para los espontáneos infiltrados con discursos reivindicativos. Uno, miembro de Anonymus, y otro que se coló cuando Isabel Coixet, vestida  por el mismo diseñador que las hijas de Zapatero, recogió el Goya a la mejor película documental “Escuchando al Juez Garzón”, digna de ver.

Por último,  mi  mención honorífica personal a algunos de los presentes de la noche: bravo por  Silvia Abascal, recuperada y preciosa. Kike Maíllo por haber hecho “Eva”, aunque sería mejor que se hubiera quitado el corsé en su discurso de ganador.  Muchas felicidades a María León por haber ganado el Goya a la mejor actriz revelación por su papel en “La voz Dormida” y  sobretodo a Ana Wagener, siempre en la sobra y por fin reconocida.  En cuanto a Icíar Bollaín, ¿cómo es posible que una película como Katmandú, un espejo en el cielo, solo fuera nominada a dos Goyas? …Al final, tendré que ponerme gafas de  sol como Almodóvar.

Pedro Almodóvar. 4 Goyas por La piel que habito.

Ultramarinos Bodeler

13 de febrero de 2012

El epílogo de la angustia



Estoy aquí, otra vez sentada a orillas de la muerte. Mi alma tiembla porque no tolera límites. Es que la muerte es el límite al que más le huyo, al que más le temo.
Quisiera tener fe y reconfortarme con la idea que este camino no se termina, que vuelvo a renacer y otra vida me espera. O tal vez, creer en la vaga ilusión que cuando acabe este cuento habrá alguien allí para cuidarme, para resguardarme, para protegerme.
Pero no. Yo sé que allí nadie habrá. Ni el gran Dios por el que mis hermanos batallaron guerras, ni la preciada paz que buscan las almas amargas como la mía.
El tiempo profundiza la espera, la torna insufrible, insoportable. Ya nada queda de mis placeres tristes y oscuros, de mis sueños truncados y mis amores fallidos. Solo quedo yo.
Es la soledad el veneno que consume mis días. Es la ansiedad el arma que destruye mi conciencia.
Quisiera haber tenido fe, pero nunca la tuve. Quisiera haber tenido amor, pero no supe retenerlo. Quisiera haber echado raíces, pero enseguida se pudrieron. Quisiera haber tenido ilusiones, pero se marchitaron. Quisiera haber podido volar, pero me arranqué las alas.
Aquí estoy, sentada otra vez…

Equinoccia Balmes

7 de febrero de 2012

The Wire, sociedad bajo escucha.

Mucho se ha hablado y se hablará de la magnífica serie de HBO The Wire. Sabemos que el personaje favorito de Obama es Omar Little. Que críticos, novelistas y cineastas la tienen como serie de cabecera. Que se ha escrito sobre ella, se han analizado sus grandes aciertos y giros hacia una nueva narrativa. Sin buenos ni malos, cada personaje posee una historia, llena de aristas y contradicciones. Personajes azuzados por la incertidumbre, el azar, la complejidad de los entramados sociales y el poder. Personajes difícilmente clasificables en la etiqueta de sheriff y forajido a la antigua usanza del Oeste. En The Wire, las fronteras entre los mundos de la delincuencia y el orden son imprecisas, y, las normas sociales, fáciles de quebrantar y amoldar al interés individual.

Cada temporada de la serie está vertebrada por un tema central que va diseccionando la realidad de la vida en las calles y en los despachos de Baltimore. Policías, narcos, familias, drogodependientes, políticos, contrabandistas…desfilan por los capítulos conformando un fresco ambicioso y caleidoscópico. Y es en la 4ª temporada donde la serie pone el foco en los chavales, los “chicos de la esquina”, que están creciendo en el ambiente de las bandas callejeras. Cómo se relacionan con los traficantes (muchos de ellos familiares), con el entorno, con la institución escolar, con los adultos que les quieren ayudar.
The Wire, se adentra en el Sistema Educativo y en el valor de la educación, ahí es nada. 

En el centro escolar, donde se desarrolla la trama, la resignación del profesorado es comprensible. El día a día en el aula es una lucha continua. La violencia verbal y física es constante. Un nuevo programa escolar viene a remover las inercias instauradas. Su objetivo, trabajar con los chicos “más problemáticos” y motivarlos desde temas más cercanos a su realidad e intereses.


  * Escena del capítulo 8ª  4ª temporada, "Los chicos de la esquina". 

No obstante, no habrá tregua. Si bien aparecen personajes valientes, dispuestos a que la historia no esté escrita de antemano, la visión es realista y dura. Dukie, Namond, Michael, Donut… ¿jóvenes destinados a seguir los pasos de sus mayores? Desde luego, no lo tienen nada fácil para evitarlo, las presiones son muchas. Y la realidad, en la mayoría de las ocasiones, no es una aliada para las buenas intenciones. Maravilloso el personaje de Howard Colvin, antiguo policía que se implica en el nuevo proyecto educativo y lucha para que salga adelante. Un idealista. Un héroe contemporáneo que nos reconcilia con la esperanza. Howard Colvin, una mirada necesaria.

VIRIDIANA



1 de febrero de 2012

Enrique Bunbury, el artista equilibrista.

Enrique Ortiz de Landázuri, Bunbury para los amigos. Contra viento y marea, siempre ahí desde que tengo uso de razón. Ecléctico, polémico y multifásico, excéntrico, poético y hermético. 
Artista equilibrista, aragonés errante.

Cuando oí su primer disco en solitario casi pido asilo en un frenopático, creí que sufría alucinaciones.  Verle enfundado en un mono aeronáutico interpretando música electrónica, con lo que habían sido los Héroes del Silencio. Así pensaron también muchos de su antiguo público y hubo un distanciamiento entre partes. Pero Enrique se fue haciendo camino convenciendo a parte de sus antiguos fans y conquistando a nuevos.  A falta de pan viviríamos de tortas, pero es verdad que éstas cada vez saben mejor.

Ese primer álbum se llama, Radical Sonora, disco de digestión pesada y  difícil  pero que contiene canciones perfectas que el artista ha sabido convertir en un gran regalo cuando las toca en directo en versión rock, olvidándose de ritmos horneados en discotecas.  Alicia, es un gran ejemplo de ello.   Después vino Pequeño, inmenso álbum lleno de ritmos de muchos rincones del globo, culturas, músicas y variedades. Sencillo pero muy complejo y profundo a la vez, reflexivo en sus letras. Grandes canciones como Infinito, vals nostálgico perfecto para acompañar una copa de vino, El Extranjero, con sabor portuario, o Dudar ¿quizás?, que no ha sido muy nombrada ni reproducida a pesar de que contiene una melodía de percusión maravillosa mezclada con ritmo árabe y un discreto coro flamenco.

Unos años más tarde el “hombre delgado” golpeado por problemas personales e influenciado por la estética pugilística creó Flamingos, disco con muchas ventas, que significó la consolidación de su carrera en solitario y que le devolvió el favor del público porque contiene grandes éxitos como El club de los imposibles, Sácame de aquí , Enganchado a ti y sobretodo Y...Al final.

El viaje a ninguna parte es como el diario de un viaje con mochila. El trota músico perdido por Latino América absorbió todo lo que esas tierras le ofrecieron, resultando un disco doble excelente  donde encontramos rancheras, tangos y hasta  blues...Destacaría el 90% de las canciones pero si hay que quedarse con algunas, sin duda: La Señorita Hermafrodita, El Rescate, Anidando Liendres, Canto...con le mismo dolor, el Anzuelo.

La orquesta el Huracán Ambulante, que lo acompañó durante esas fechas tuvo gran culpa de que los directos de Enrique fueran inmejorables. Con ella  también realizó la gira del Freak Show, un proyecto costoso por lo original  pero que tuvo muchísimo éxito. Se trataba de ir de gira llevando el escenario a cuestas, montando una carpa de circo en cada una de las ciudades donde estuvieron y  mezclando la música con otro tipo de espectáculos propios del mundo circense.

Ya en 2008, dejando atrás su lado cabaretero y después de hacer "El tiempo de las cerezas" con Nacho Vegas,  publicó Hellville de Luxe, con él vuelve a los ritmos anglosajones y el rock se intuye entre los acordes haciéndote bailar mientras lo escuchas en el metro. Un poco comercial pero muy buen disco. No voy a poner canciones porque os lo recomiendo entero.  En 2010 vino Las Consecuencias, más introspectivo, en global algo justito pero, en cambio tiene perlas imperdibles como Los habitantes, Las consecuencias o De todo el mundo.

La última sorpresa que nos dedica Enrique es Licenciado Cantinas, recién salido del horno, en el que versiona temas propios de tabernas panamericanas, veremos a ver qué canciones nos marcan con el tiempo. De momento, está de gira por España, mirad el calendario y no faltéis porque os aseguro que el nuevo directo no decepciona, perfecto para curar heridas y depurar la sangre que nos hierve en estos tiempos.

Ultramarinos Bodeler 


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...