Ultramarinos Bodeler
28 de octubre de 2013
Lou Reed is gone
Qué pueden decir las palabras que no expliquen mejor las canciones. HASTA SIEMPRE!!!
Ultramarinos Bodeler
Ultramarinos Bodeler
21 de octubre de 2013
Las segundas partes, también fueron buenas.
Cuando
una banda de rock que nos gusta se desintegra, la esperanza de la reunificación
se torna vital, más allá que la pena existencial aún no vislumbra la inmortalidad
de su música. El crudo final es indigerible y el anhelo por reconciliaciones
que de momento resultan improbables, se vuelve imperante. Con el tiempo éste se
apaga, para por instantes renacer ante la lectura de rumores mediáticos que
anuncian la llegada del ave fénix. La espera pasa de ansiosa a asfixiante y
cuando incómodamente nos dejamos ganar por la desilusión, la vuelta revoluciona
nuestros sentidos. Llegó la segunda parte.
Primeramente,
es recibida con entusiasmo y alegría. Pero son varios los casos, en los cuales los
cambios no resultan del todo bienvenidos. El arte claramente se transformó y cuesta
adaptar nuestro oído y emociones a estas exploraciones que los artistas aluden
para subsistir.
He de
confesar que hubo segundas partes decepcionantes y tremendamente angustiosas.
Pero, si hay algo que 202-Doscientosdos gentilmente
me obsequió, es la posibilidad de volver a creer.
Iniciados
como Santos Inocentes allá a
mediados de la década de los ’90, esta espectacular banda de rock “industrial”
(pongámosle) liderada por los hermanos Cariola (en voz, guitarra y composición)
se detuvo por unos instantes eternizantes hasta mudar de piel bajo el nombre de
“202- Doscientosdos” en la segunda
mitad de la primera década del renovado siglo. De su antiguo transcurrir,
dejaron dos sublimes álbums llamados “Emporio
Bizarro” (1998) y “Megatón”
(2000), los cuales electrifican emociones y escurren la psiquis hasta niveles
inmensurables. Letras polisémicas que abren sendas y bifurcan caminos. Poesía en estado puro. Prosa sentida y culta: ignorantes, abstenerse.
El
2013 lo estrenan con “Mastertape”, su
segundo disco bajo el rótulo de 202.
Este discazo que presentaron el 20/09/13 en The Roxy de Buenos Aires, resume
fielmente la esencia de su rock: enérgico, vigoroso, apasionante, estimulante,
potente, provocador y con alguna buena dosis de lujuria. Escucharlo se
convierte en algo sanamente adictivo. Recomendable en cada uno de sus ítems. Canciones
como “Apenas”, “Mi memoria”, “Sexo Suicida”, “Colapsando” o “Enciende la noche”
(su principal corte de difusión) hacen de su música un sujeto de culto. Es que
en su arte reina la subjetividad, tan rica a la hora de tejer melodías y
perpetuar sonidos. Deleitable de principio a fin.
Para
aquellos que habitan lejanas latitudes geográficamente distanciadas del Cono Sur,
les recomiendo que hagan un buen uso de las redes sociales para interiorizarse
con las producciones de esta genial banda compuesta por Rha Cariola (voz), Osko Cariola (guitarra y programación), Cristian Lapolla (bajo) y Emmanuel Cauvet (batería percusión).
Mientras,
los que tenemos el privilegio de merodear por sus lares, esperamos deseosos la
realización de un próximo show en vivo, que nos permita recrear la magia que se
desencadena en nuestra osamenta cada vez que sus acordes cobran vida. Ya lo
dijeron ellos: mi materia, es ansiedad.
Medea Paracas
15 de octubre de 2013
Tú + Yo
El infierno es el Otro, “l’enfer c’est l’Autre” afirmaba Jean-Paul
Sartre. Bien lo sabe Lorenzo, el adolescente de 14 años protagonista de la
última película de Bernardo Bertolucci, Tú y yo. Rehuye de sus congéneres,
compañeros de pupitre y adultos. Se recluye en el sonido estereofónico de sus
auriculares, en un mundo interior de notas y acordes, protectores libros de terror y
fantasía. The Cure, Muse, Red Hot Chilly Peppers y Arcade Fire a toda
pastilla: Boys don´t cry, Sing for absolution,The power of equality y Rebellion lies. Una mirada recelosa a un exterior amenazante. Una desconexión de la
realidad. ¿Un pasar de todo?
¡Ay
la adolescencia!, ese tránsito lleno de sombras y luces, de altos y bajos, de
hormonas dispuestas en fila dirigiendo nuestras voluntades. No es difícil
identificarse con algunos de los miedos de Lorenzo y de su hermanastra. La
adolescencia, ese extremo que nos propulsa al puerto de nuestra identidad,
fraguada a fuego, sudor y algunas lágrimas.
Lorenzo
decide no irse con sus compañeros de clase a la semana de esquí organizada por
el instituto y opta por recluirse en el
sótano de su casa, a escondidas de todos, con todo lo que le gusta y cree puede
necesitar. Pero inesperadamente aparece su hermanastra, mayor que él y con problemas
que solucionar. Nos le quedará otra que convivir unos días.
Y
ahí se produce el milagro. En un espacio claustrofóbico, donde parece que no
mucho pueda suceder, se produce el encuentro con el otro, la ternura, la
autenticidad, el calor. La paradoja: el Otro es el infierno, el Otro es bálsamo y
paraíso. Al fin y al cabo, ¿no son estos raros momentos de encuentro los que
atesoramos y recordamos entre todas las brumas y desengaños?
Una pequeña joya del maestro Bertolucci. Un guiño a lo que somos, a nuestra materia más íntima. Fascinante la versión de Space oddity de David Bowie cantada en italiano: Ragazzo solo, ragazza sola.
“El infierno de los vivos no es algo
que será: existe ya aquí y es el que habitamos todos los días, el que formamos
estando juntos. Hay dos formas de no
sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y convertirse en
parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos:
buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo
durar y darle espacio”. Las ciudades invisibles, Italo Calvino.
Viridiana
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